Ética en la Política - Una Visión Reformada


Por Dr. Augustus Nicodemus Lopes

El clamor por una "ética en la política" se escucha en todas partes. Sin embargo, deconstruido por el relativismo moral y el individualismo de nuestros días, cualquier clamor por una "ética en la política" carece de fundamentos coherentes que le permitan hacer pronunciamientos morales y moralizantes. ¿Cuál es la base para clamar por honestidad, sensibilidad, verdad, sinceridad, integridad y altruismo en la política si estos conceptos son considerados relativos y subordinados al pragmatismo individualista, conforme a la mentalidad de nuestra época? ¿Cuál es la base para clamar en favor de los oprimidos, excluidos y sin nada de nuestro país si el ser humano es visto como fruto del medio ambiente y de la selección natural, donde sobreviven los más aptos, léase, los más inteligentes, independiente de los medios que se utilizan para ello?
 
En gran parte, este vacío de absolutos fue generado por la secularización gradual de las culturas y del Estado y por el abandono en Occidente de los valores morales y espirituales del cristianismo, que un día sirvieron de fundamento para el surgimiento de las políticas democráticas. El humanismo materialista, centrado en el anthropos, no ha logrado producir un sistema de valor integral que permita una ética consistente en la llamada política. Aquí la iglesia no está exenta de culpa. Muchas veces ella simplemente entregó el mundo al diablo. Como, tal vez, aquí en Brasil.
 
Creo, sin embargo, que la fe Reformada ofrece las condiciones necesarias para un clamor coherente por una ética en la política brasileña. La fuerza política de la Reforma se basa en diversas premisas sobre Dios y sobre el hombre enseñadas en la revelación bíblica. Estas son: la igualdad de todos los hombres ante Dios, la vocación individual de cada ser humano por Dios y la doctrina del sacerdocio universal de todos los cristianos genuinos. Esta última premisa afirma que la autoridad debe ser ejercida como una delegación concedida por Dios al pueblo y el pueblo a los gobernantes. Otra premisa es la doctrina de la autoridad de las Sagradas Escrituras. Históricamente, la Biblia ha sido un instrumento eficaz para despertar al pueblo a estudiar, instruir y así administrar sus vidas. Y esta Biblia enseña que las autoridades políticas están constituidas por Dios y responden ante Él por el ejercicio del poder. Acorde con el erudito francés André Biéler, "la democracia no puede establecerse o permanecer allí, donde profundas premisas religiosas o filosóficas de la población son ajenos a los principios evangélicos, iluminados por el cristianismo Reformado."

El principal concepto de la visión Reformada en cuanto a la política es que sólo Dios tiene poder absoluto. De este concepto se derivan varios principios que moldean la visión Reformada de la política y apuntan al camino de la ética. Menciono algunos de ellos.
 
1) La fe Reformada hace una clara distinción entre la iglesia y el estado, pero ve toda autoridad como procedente de Dios (Romanos 13). Los gobernantes son vistos como siervos de Dios en este mundo, a través del ejercicio del poder político  y de promover el bien común, recompensar a los buenos y castigar a los malvados. Como tal, habrán de responder ante Dios por la corrupción en la política, la insensibilidad y el egoísmo. La visión del cargo político como una delegación divina despierta en el pueblo el debido respeto por las autoridades, pero al mismo tiempo produce en estas autoridades el sentido crítico del deber.

2) La fe Reformada se opone el concepto de soberanía absoluta del Estado, "un producto del panteísmo filosófico alemán" (Abraham Kuyper, 2002, p. 96) y el concepto de la soberanía absoluta del pueblo, como se propone en la revolución francesa. El poder reside en Dios. Tanto el poder del Estado como del pueblo son delegados por Él para la organización de la humanidad. Como consecuencia, la fe Reformada defiende que ningún ser humano tiene poder sobre otro,  a no ser cuando es delegado por Dios, al ocupar un cargo de autoridad. De esta forma, la fe Reformada se levanta contra toda opresión política a la mujer, al pobre y al extranjero, contra todo sistema político que produzca esclavitud, contra el concepto de castas y la distinción entre sacerdotes y laicos.

3) Dado que el poder no es intrínseco al ser humano, sino que es delegado divinamente, debe ser resistido por todos los medios adecuados para quienes ejercen el poder político en desacuerdo con la voluntad de Dios. Esta voluntad divina para los gobernantes se encuentra claramente expresada en la Biblia, como por ejemplo en los Diez Mandamientos. Entre ellos encontramos proposiciones como "no hurtarás", "no dirás falso testimonio", "no matarás". Estos mandamientos reflejan absolutos éticos presentes en todas las civilizaciones, en función de que todos los seres humanos llevan en su constitución la imagen y semejanza de Dios - con mayor o menor precisión, en función de la imperfección moral existente en la humanidad. Ningún gobernante tiene inmunidad contra la Ley de Dios. En la tradición protestante Reformada, resistir a la corrupción en la política es deber de todos y es la voluntad de Dios para cada cristiano verdadero.
 
4) La corrupción en la política es visto por la fe Reformada como teniendo su origen principalmente en los corazones de los seres humanos. La Biblia afirma que no hay ni una persona justa en este mundo. "Todos pecaron y están excluidos de la gloria de Dios" (Romanos 3.23). Jesucristo dijo que del corazón de los hombres y de las mujeres es que proceden "malos pensamientos, homicidios, adulterios, prostitución, hurtos, falsos testimonios, blasfemias" (Mateo 15.19-20). Cuando la causa es identificada, existen condiciones para buscar el remedio adecuado. Aquí vemos la insuficiencia de las éticas humanistas reduccionistas, que analizan sólo aspectos sociológicos y antropológicos de la corrupción en la política, dejando de incluir la dimensión personal: egoísmo, maldad, crueldad, despotismo, avaricia, envidia, codicia. El protestantismo Reformado predica una conversión interior de los gobernantes y de los gobernados a Dios, que se arrepientan del mal y que practiquen obras de justicia.
 
5) Por último, el concepto de la gracia común (concedida a todos) enseña que hay principios generales que, si es seguido y aplicado, producirá la ética en la política. Según este concepto, Dios bendice a la humanidad en general con virtudes y cualidades, independientemente de las convicciones religiosas y políticas de las personas. Es por este motivo que encontramos a quienes profesan  ser cristianos y no tiene ética, y encontramos la ética funcionando por manos de quien no se declara cristiano. Al reconocer la gracia común de Dios, la fe Reformada entiende que el camino hacia la ética en la política no es necesariamente convertir a todos al cristianismo y ni poner en cargos políticos a quien profesa ser cristiano, sino contribuir a que los principios arriba mencionados sean reconocidos y ejercidos por todos, independientemente de la convicción religiosa.

No cuesta soñar que un día la fe Reformada, mediante la fuerza de la Iglesia, pueda influir en nuestro país y moldear nuestra cultura con una cosmovisión bíblica, ofreciendo las bases morales, espirituales y lógicas para la ética en la política.
 
[Este post está basado en la Carta de Principios 2006 de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, que tuve el privilegio de elaborar]

Obras mencionadas:

1.      BIÉLER, André, 1999. La Fuerza Oculta de los Protestantes. San Pablo: Editora Cultura Cristiana.
2.      KUYPER, Abraham, 2002. Calvinismo. San Pablo: Editora Cultura Cristiana.

El Dr. Augustus Nicodemus Lopes actualmente es pastor de la primera iglesia Presbiteriana de Goiânia, Vicepresidente del Consejo Supremo de las Iglesias Presbiterianas de Brasil y Presidente de la Junta de Educación Teológica de la IPB

Traducción: AI Lenin MDS

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentar

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------