Por Darrow L. Miller
Tomado del libro La Cosmovisión del Reino de Dios
Una mente transformada puede conducir a la transformación de la conducta y, en última instancia, de toda la vida. El teólogo británico John Stott afirma: “Si alguien desea vivir rectamente tiene que pensar rectamente. Y para pensar rectamente tienen que renovar su mente”.
Esta transacción de “despojarse” de cosmovisiones falsas y “revestirse” de la cosmovisión bíblica no ocurre automáticamente cuando uno acepta a Cristo como Salvador. Tampoco es un proceso fácil o sencillo. Es más bien un proceso continuo, de por vida. Es una disciplina. Capacitados por el Espíritu Santo, aprendemos a disciplinarnos conscientemente para pensar y actuar conforme a la cosmovisión bíblica y aplicarla a todas las esferas de la vida, incluso a las cosas pequeñas. Sino aprendemos esta disciplina, por defecto pensaremos y actuaremos conforme a la cosmovisión de la cultura dominante.
Para revestirse de la verdad bíblica hay que entender primero los supuestos básicos de la Escritura y después contrastarlos con los supuestos contrarios de la cultura que nos rodea. En resumidas cuentas, aprendemos a pensar “mundanamente”. Para muchos cristianos, la fe bíblica solo influencia una pequeña parte de su vida y su pensamiento. Aunque las verdades de la Escritura conforman plenamente sus vidas “espirituales”, solo afectan nominalmente su forma de pensar y su conducta en otros ámbitos de su vida, como vocaciones, familias o comunidades. No es raro que el creyente viva según dos sistemas distintos de creencias, uno en la iglesia y su “vida espiritual” y otro en el mundo de su vida personal. Ciertamente, para que las naciones sean discipuladas como Cristo mandó en Mateo 28: 18-20, sus seguidores deben “revestirse” de la cosmovisión bíblica aplicando los principios a todas las esferas de su vida, no solo a la espiritual sino a todas las áreas de la misma. Entonces podrán propagar resueltamente la verdad por todo el mundo, ya que la viven en sus familias y a través de sus vocaciones.
. . . En Mateo 22: 37-38, el Señor Jesus resume la intención de Dios por la humanidad en una sola frase: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente. Este es el primero y el más importante de los mandamientos”. Muchos de nosotros sabemos que quiere decir amar a Dios con todo el corazón, pero ¿Qué significa amar a Dios con toda la mente?
El apóstol Pablo ayuda a responder esta pregunta. En Romanos 12:2, Palo insta: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de la mente” Es posible haber “nacido de nuevo” e involucrarse en actividades “espirituales” y seguir teniendo una mentalidad conforme al “modelo de este mundo”. Si le parece difícil de creer, lea Marcos 10: 35-45 y examine porque el Señor Jesús regaño a sus discípulos.
Soli Deo Gloria
bY LeMDS
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