LA LEY EN EL PACTO



LA LEY EN EL PACTO

Por Graeme Goldsworthy

Los israelitas fugitivos llegaron al Sinaí donde se llevaría a cabo el siguiente gran aspecto del ministerio de Moisés: la entrega de la ley. Hay tanta confusión sobre este punto que debemos esforzarnos por entender claramente el propósito de la ley. Parte de esta confusión viene de una mala interpretación de la actitud que parece haber hacia la ley en el Nuevo Testamento. Y surge de que Pablo les dijo a los cristianos: "No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia" (Ro 6:14), y porque enfatizó que la justificación significa un rectitud que esta "aparte de la ley" (Ro 3:21). Por eso es muy fácil suponer que la ley no sólo es despreciada en el evangelio, sino que incluso es echada abajo. Y muchos cristianos creen que Dios le dio la ley a Israel en el Sinaí como un programa de obras que llevaban a la salvación. Pero la historia de Israel nos muestra que tan total era la inhabilidad de Israel para lograr la meta deseada. Así Dios, en una especie de desesperación, abandonó el plan A (salvación por medio de las obras de la ley), e instituyó un plan de emergencia B (El evangelio). Visto así, el Antiguo Testamento se convierte esencialmente en la historia del fracasó del plan A, y su relación con el Nuevo Testamento es casi completamente negativa.

Para lograr la perspectiva correcta de la ley dada a Sinaí debemos tener cuidado al examinar cómo se habla de ella, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Debemos observar los comentarios positivos sobre esta ley que se encuentra en el Nuevo Testamento y también entender las razones por tantos argumentos negativos. Y si el desprecio a la ley en el Nuevo Testamento se aplica no solo a la ley en sí misma, sino al uso perverso que le dieron en Israel, también veremos entonces la interpretación y usos correctos que se le dieron en el Antiguo Testamento.

Para comenzar, debemos entender que hay dos acontecimientos importantes detrás de la ley de Sinaí. Uno es el éxodo y el otro es el pacto con Abraham. Si el éxodo tuvo algún significado, ese fue la liberación de la esclavitud. Por lo tanto, queda claro que la ley no podía surgir en el Sinaí como otro tipo de esclavitud. La continuidad del propósito divino antes declarado nos obliga a colocar a la ley del Sinaí en el contexto del propósito de Dios de crear un pueblo para sí  establecido sobre su gracia.  El llamado y el pacto con Abraham fue un acto de gracia. Los descendientes de Abraham recibieron la promesa del reino de gracia. Los poderosos actos de Dios en Egipto se hicieron debido a las promesas a Abraham (Ex 2: 23-25). El acontecimiento del éxodo se convirtió en un modelo de salvación por gracia; su meta es el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham en la tierra prometida. Es inconcebible pensar que Dios hubiera interrumpido su programa de salvación por medio de la gracia a mitad de camino (entre Egipto y Canaán) y, a pesar de sus promesas a Abraham, cargara a su pueblo frustrante programa de salvación por medio de obras. La narración del éxodo no permite que se haga tal violencia a su continuidad teológica. La única evaluación razonable de la ley del Sinaí en este contexto es que es parte del programa de gracia donde Dios trabaja para cumplir lo que prometió a Abraham. Este no es un plan "A" que será abandonado más tarde, sino parte del único y exhaustivo plan que Dios tuvo desde el principio.

El corazón de la ley son los Díez Mandamientos (Ex 20) y están precedidos por la significativa frase: "Yo soy Jehová, tú Dios, que te saque de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre". Estas palabras deben gobernar nuestra comprensión de la ley de Sinaí. Aquí vemos que Dios declaró que él era el Dios de ese pueblo al que había salvado. Lo que siguió, entonces, no pudo ser un plan que buscará lograr la salvación por medio de obras porque ésta ya se había logrado por medio de la gracia. Se dio la ley al pueblo de Dios cuando ya era el pueblo de Dios por medio de la gracia.

El pacto de Sinaí provenía del pacto hecho a Abraham y es una exposición de él. En el Sinaí Dios detalló para su pueblo lo que significa ser el pueblo de Dios. Ellos no podían saber cómo debían vivir de acuerdo a su llamado a ser el pueblo de Señor a menos que él se los explicara. Lo que les dijo refleja de varias formas su propio carácter. Y en la respuesta fiel de ellos al carácter de Dios demostrarían que realmente eran sus hijos. La ley explica mejor el conocimiento del carácter de Dios, que ha había sido revelado en la relación de Dios con sus padres y en todo lo que había hecho en Egipto (Ex 6: 6-8). [1]

Con este entendimiento del pacto del Sinaí, las prescripciones morales son bastante fáciles de entender. ¿Pero qué sucede con los detalles rituales y las tantas leyes relativas a lo que es puro y lo que es impuro (especialmente en cuanto a la comida)? Es útil saber algo respecto al alcance de las prescripciones dadas en Éxodo y Levítico, pero los preceptos individuales no deben verse separados del contexto de todo el pacto. La suma total del pacto del Sinaí equivale al gran resumen del pacto: "Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. [2] Explica en detalle lo que Dios exige debido a como es él: "Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios (Lv 19: 2). El hecho de que muchas de las normas no reflejen en forma directa el carácter moral de Dios se debe a la naturaleza de esta revelación preliminar del reino de Dios. Algunas leyes norman la vida nacional de Israel, porque ya eran una nación. Otras son requerimientos rituales que dependen del posterior cumplimiento de su significado total. Un grupo de leyes alimenticias, aparentemente sin sentido, adquiere su significado dentro del contexto del pacto del Sinaí. [3] Sirvieron para instruir al pueblo en uno de los aspectos de la relación única que poseían por ser un pueblo santo, separado de cualquier otra alianza y separado para el señor.

Los detalles para la construcción del tabernáculo (Ex 25-31) también deben ser vistos a la luz del propósito general del tabernáculo y no interpretados por sí mismos. Un aspecto de importancia, aunque secundaria, es que la revelación de todos los detalles del tabernáculo expresa con claridad el hecho de que Israel no podía diseñar las cosas sin la revelación de Dios. Incluso lo que podemos llamar las "ayudas simbólicas de la adoración" deben amoldarse a cierto patrón, de otro modo el corazón del hombre crearía algo distinto que no refleja el carácter de Dios, sino sólo las inclinaciones diabólicas del corazón humano. Por esta misma razón a Israel se le prohibió toda forma de ayudas visuales para la alabanza y de imágenes o ilustraciones de Dios. El ser humano es incapaz de retratar a Dios sin caer en la idolatría. El propósito del tabernáculo era expresar que había un lugar donde habitaba Dios (Ex 29: 45), era el símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo. Y más barreras para impedir el acceso al "lugar santísimo" significaban que un pueblo pecador solo tenía acceso directo a Dios por medio de la mediación de los sacerdotes, y solo a través del sacrificio sustitutivo por los pecados.

Romper la ley tenía serias penalidades; las más severas eran la muerte o la excomunión. La nación de Israel debía ser fiel a la ley si quería disfrutar de las bendiciones de Dios. Es este hecho (p. Ej., ver Dt 28) el que puede ser mal interpretado al inferir que las bendiciones de la salvación son las recompensas por las obras de la ley. Debemos notar que el Nuevo Testamento tiene exactamente las mismas condiciones, y ninguna enseñanza del Nuevo Testamento destruye el principio de la salvación por gracia (p. ej., 1 Co 6: 9-10; 10: 6-12; Ef 4: 1; He 12: 12-17; Stg 1: 26-27; 1 Jn 3: 14-15). Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento el principio opera en que el pueblo de Dios debe mostrar una santidad conforme a su llamado. El deliberado incumplimiento de este principio es una clase demostración de que no somos miembros del pueblo de Dios. [4] Y en ambos testamentos la demanda a ser santos nace de la actividad salvífica anterior de Dios.

EL INGRESO Y EL ASENTAMIENTO

El libro de números relata una serie de incidentes entre el Sinaí y el ingreso a la tierra prometida y presenta una imagen poco alentadora. Israel, que monta la cresta de la ola en su experiencia de salvación al salir de Egipto y constituirse en pueblo de Dios bajo del pacto del Sinaí, se muestra rebelde y poco agradecido. Las quejas de la nación que ha huido se convierten en un patrón repetitivo (p. ej., Ex 16 - 18). A pesar del encuentro con Dios en el Sinaí, la nación, poco después, declaró su independencia de Dios al rehusar la oportunidad de tomar posesión de la tierra prometida (Nm 13 - 14). Y durante los cuarenta años de deambular por el desierto murió la generación de los adultos que salieron de Egipto, y fueron sus hijos quienes entraron y tomaron la tierra.

Antes de entrar, Moisés les hablo del pacto relacionado con la posesión anticipada de la tierra y luego entregó su liderazgo a Josué. Esta "segunda ley", lo que el nombre 'Deuteronomio' significa, enfatizó de nuevo la provisión de gracia que Dios haría para su pueblo, para cumplir las promesas que le hizo a Abraham. Esta gracia se contrapondría con la rebeldía que había mostrado Israel en el desierto. Bien podremos preguntarnos porque Dios continuó mostrándose amoroso hacia Israel a pesar de su conducta. ¡Por supuesto no hay ninguna diferencia en preguntarnos por qué  Dios mostró su gracia a la humanidad en la caída, o incluso por qué nos lo da a nosotros hoy! La rebeldía de Israel es un tema recurrente en el Antiguo Testamento, pero también lo es el amor de Dios del pacto, amor que mostró al salvar al fiel remanente de entre una masa enorme de pueblo. El tema del remanente es importante y viene desde el comienzo mismo de la historia de la salvación. [5]

En medio de toda esa rebeldía no se debe pasar por alto que Dios siempre estuvo salvando al remanente fiel.

Deuteronomio es un libro importante porque enfatiza la relación entre la ley y la gracia. Los primeros cuatro capítulos cuentan la historia de la salvación desde el tiempo del Sinaí hasta el momento de la preparación para ingresar a Canaán. La historia de la salvación se interpreta a la luz de la infidelidad de Israel y de la continua bondad de Dios. En ninguna otra parte, la ley y el evangelio se relatan más claramente que en Deuteronomio 6: 20-25. Si niño preguntaba: ¿Qué significaba la ley, de que se trata?, se le debía responder en los términos del "Evangelio", es decir, contándole la historia de lo que Dios había hecho para salvar a su pueblo. [6] ¿Dios actuó de este modo porque Israel se lo merecía? Deuteronomio responde con un contundente ¡no! Dios "ama porque ama" es la lógica de Deuteronomio 7: 7-8. A Israel se le permitió tomar posesión de Canaán, no porque Israel se lo mereciera y lo valiera, sino porque Canaán se merecía un juicio (Dt 9: 4-6). Y siempre detrás de todo estuvo la promesa de Dios hecha a Abraham, a la cual Dios permaneció fiel a pesar de la rebeldía de Israel (Dt 7: 8 y 9: 5).

En el libro de Josué se retoma la narración de la historia en donde se quedó en Deuteronomio, cuando Josué, sucesor de Moisés, se prepara para dirigir a Israel en su entrada a la tierra prometida. No se puede ocultar el énfasis que se da aquí en que Dios está por actuar a favor de Israel. Las grandes obras que Dios hizo por Israel en el éxodo, continuaron, ya que la salvación no estaría completa hasta que el pueblo se estableciera en su herencia…….

[1]. Esta interpretación es apoyada por recientes estudios sobre la formulación de pactos en el Antiguo Cercano Oriente. Ha sido demostrado con un buen grado certeza que la forma del decálogo, o sea, los Díez Mandamientos, e incluso posiblemente todo el libro de Deuteronomio, es la misma que la forma convencional de los pactos de los tratados impuestos por los Reyes conquistadores sobre los conquistados. Esos tratados detallan los requisitos que gobernaban la vida del pueblo vasallo como miembro del reino mayor. Si la analogía de la "forma" es correcta, la utilización de esta forma para el decálogo era muy adecuada si el propósito de la ley del Sinaí era ser un pacto que estipulaba las condiciones impuestas sobre el pueblo que estaba sujeto al Dios del pacto.

[2]. Este resumen preciso aparece primero en Levítico 26: 12, pero también se haya incluido en forma parcial en Génesis 17: 7s, y Éxodo 6: 7. El significado de la declaración se resalta por su uso reiterado a lo largo de toda la Biblia, por ejemplo, Éxodo 20: 45, Jeremías 24: 7, 31: 33 y 32: 38, Ezequiel 11: 20, 34: 24 y 37: 23, Zacarías 8: 8, 2 Corintios 6: 16, Apocalipsis 21: 3. La relación que se expresa es la misma que se incluye en la idea del reino de Dios.

[3]. Yo no puedo aceptar el punto de vista de que la razón para establecer las leyes alimenticias, aquello que es limpio para comer y aquello que es impuro y por lo tanto prohibido, solo fue debido a consideraciones higiénicas. Aun cuando algunos aspectos higiénicos pueden detectarse, estos no pueden ser su propósito principal. La "desaparición" de las leyes alimenticias (p. ej., Col 2: 16s) fueron el resultado de la llegada de Cristo, y ¡no por la invención del refrigerador!

[4]. Es claro que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento vemos una distinción entre la causa primordial, o base de algo, y la causa instrumental. No podemos ser salvos sin fe, pero tampoco somos salvos por causa de la fe. La fe es el instrumento, pero la base de la salvación es la justicia de Cristo. Del mismo modo, no podemos ser salvos sin un nuevo nacimiento, pero el nuevo nacimiento no es la causa primordial ni la base de la salvación; si lo fuera, no hubiera habido necesidad de que Cristo muriera. Ambos testamentos indican que no podemos ser salvos sin buenas obras, pero no seremos salvos en base a ellas.

[5].  La separación de la línea "el justo" de la "del impío", de Génesis 4 -11, es el comienzo de este proceso. A medida que se desarrolla el patrón, vemos que el remanente mismo se convierte en sujeto de un separación del nuevo remanente, y así sucesivamente. De la humanidad caída nació la línea "del justo". De esta vino la familia de Noé, de Noé la familia de Sem, de Sem la familia de Abraham. Luego vino la familia de Isaac y Jacob. Y en esta familia de Israel vemos la diferencia entre la respuesta de fe al pacto y la rebeldía. En otras palabras, ser miembro del pueblo del pacto  por nacimiento no garantizaba las bendiciones del pacto.

[6]. No se puede hacer suficiente énfasis en que la expresión Bíblica del evangelio es un acontecimiento histórico donde Dios actúa a favor de su pueblo para salvarlo. El evangelio es toda la historia sagrada de la vida y muerte de Cristo. El evangelio no es la respuesta del hombre a este acontecimiento, ni tampoco el trabajo de Dios en nosotros hoy al regenerar y santificar al creyente. De la misma manera, el "evangelio" del Antiguo Testamento es la declaración de lo que Dios hizo "allá en el pasado" en un determinado lugar y tiempo históricos.


Soli Deo Gloria 
 bY LeMDS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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