Objeción #2 al bautismo por inmersión


Por Jay Adams

Juan 3:


22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. 23 Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan no había sido aún encarcelado. 25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. 26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. 

Por lo general este pasaje se considera como la fortaleza de los inmersionistas.

 Hay multitud de iglesias bautistas que se llaman “Enón”. De manera triunfante se declara que el versículo 23 resuelve por completo la cuestión del modo del bautismo. Si Juan tenía necesidad de “muchas aguas” para bautizar, sin duda alguna se sigue que bautizaba por inmersión. De lo contrario, ¿Por qué necesitaba tanta? Sin embargo, no resulta ser un caso que no tiene vuelta de hoja como pudiera parecer a primera vista. La traducción de Helen Montgomery fue publicada por Judson Press, una casa publicadora bautista. Por consiguiente, no debe mostrar señales de estar prejuiciada en favor del aspercionista. Sin embargo, Montgomery se esmeró en su fidelidad al texto griego. Nótese el cambio en la frase que generalmente se traduce “muchas aguas”. Ella la traduce “muchos riachuelos”. El original dice “hudata polla”, que traducido literalmente significa “muchas aguas”. Esta expresión es hasta más indefinida que los “muchos riachuelos” de Montgomery. Y claro, su traducción certera de polla como “muchos” no aporta al esclarecimiento de la cuestión.

Fíjense también en el término hudata. ¿Podemos determinar exactamente en qué consistían estas “aguas”? La opinión de Montgomery es que eran riachuelos, pero el contexto nos provee con información mucho más precisa. Si los bautistas que se congregan en una iglesia que se llama “Enón” solo supieran el significado de esta palabra, tendrían que enfrentarse con un problema serio ¡la palabra significa “manantiales” o “fuentes”! El Dr. William Hodges dice lo siguiente:

Enón, que es el plural de fuente o manantial, probablemente se llamó así por las muchas fuentes y manantiales que había en el lugar. Y esto concuerda con la frase griega hudata polla; muchas aguas, muchas fuentes o manantiales, en lugar de mucha agua contenida en un solo cuerpo.


Christi escribe:
Desafortunadamente para aquellos que están acostumbrados a encontrar aquí la evidencia para sostener la inmersión, estos manantiales que fluyen como hilitos de agua a través de prados pantanosos hasta llegar al rio Jordán ofrecen poco o ningún lugar en el cual llevar a cabo la práctica de la inmersión.

En realidad, si nos detenemos a reflexionar, el que Juan se hubiera alejado del rio Jordán  (que era la fuente más grande de agua en toda Palestina) con el fin de encontrar más agua en otros lugares resulta impensable. Sin embargo es muy interesante preguntarnos cuál fue la razón que indujo a Juan a dejar atrás el Jordán en ese momento. Christi propone la siguiente idea.

El pensamiento que sin duda motivó a Juan a cambiar de lugar era el contraste del agua clara y fresca de estos “muchos manantiales” con el turbio y sucio torrente del Jordán “desbordado por todas las orillas” como ocurría en estas épocas del año (Josué 3:15). Esto, acompañado del requisito insistente de la ley de que se usara agua limpia para bautizar, nos lleva a una conclusión sencilla en cuanto a por qué Juan buscó el cambio de escena. Una vez más vemos que todas las dificultades se disipan sencillamente usando la traducción adecuada. Juan bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua o muchos manantiales, y todavía los hay en estos tiempos, y eso es todo el asunto. A decir verdad, esto no compone prueba de nada exceptuando quizá que Juan se estaba esforzando en cumplir la ley que, como el bien conocía, exigía que “los rociara con agua limpia”.

Lo dicho hasta ahora es meramente para introducir la razón principal por la cual hacemos alusión a este pasaje. El propósito de este capítulo es descubrir si es posible determinar el modo del bautismo juanino. Una vez contestadas las objeciones que se pueden presentar con relación a Juan 3:22-26, es el momento de destacar el aspecto de mayor relevancia de dicho pasaje. Para comenzar, nótese como los términos “bautizar” y “purificar” se usan de manera intercambiable. El evangelista menciona que Juan bautizaba en Enón meramente como un telón de fondo para lo que dirá después. Mientras tomaba lugar esta actividad, sucedió un incidente que ocasionó una discusión muy informativa. El apóstol primeramente escribe que un judío y algunos de los discípulos de Juan se enfrascaron en una controversia con relación a la “purificación”. Seguidamente, el autor acerca al lector con el fin de que pueda escuchar la conversación. Y descubrimos, para gran sorpresa nuestra, que la discusión tocante a la purificación ¡concierne al bautismo! La discusión es acerca de Cristo y de cómo Él está “bautizando” y todos están acudiendo a Él. Sin lugar a duda, las dos palabras “purificación” y “bautismo” se equiparan tan naturalmente como Pablo lo hiciera con las palabras “anciano” y “obispo” en su carta a Tito. Cada cual tiene derecho a su opinión, pero al parecer, la “fortaleza” bautista de Juan 3 no solo se ha derrumbado, sino que ha enfilado sus cañones sobre los defensores; porque ya hemos señalado que las “purificaciones” veterotestamentarias eran “rociamientos” (cf. Números 8:7 para saber el método). Sin embargo, por si acaso se requiere evidencia adicional, referimos al lector a los siguientes pasajes donde de manera uniforme a través de toda la ley, el método de purificación era mediante el rociamiento y nunca mediante la inmersión:

ANTIGUO TESTAMENTO        DESCRIPCIÓN

Levítico 14:6-7                             en el caso de la lepra
Salmo 51:7                                    en el caso de David
Números 19:11-13                        en el caso de contaminación con un cadáver.
Levítico 13:44                               en el caso de contaminación con la lepra.
Levítico 15:11 y 11:29-44           los fariseos usaban estos pasajes para enseñar que si antes
                                                     no se lavaban no comían (Véase Marcos 7:3-4). Se
                                                     “bautizaban” las manos etc.
Números 8:7                                en el caso de la expiación por los levitas.
Ezequiel 36: 26-27                      en el caso de la restauración de Israel.

Y nótese que en Hebreos 9, los “distintos tipos de bautismo” son denominados como purificaciones (Hebreos 9:13, 14, 22,23). Además de todos estos pasajes que hacen referencia a rociamientos, hay todavía otro incidente de extrema importancia que demostrará de forma concluyente que el bautismo era un requisito de la ley y que Juan lo llevó a cabo sin el uso de la inmersión. Tan destacado es ese evento que hemos reservado su estudio para el próximo capítulo.

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Ver objeción # 1


Soli Deo Gloria
bY LeMDS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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