Respecto a la Persona de Cristo parte 3

Por: Luis Berkhof
Teologia Sistematica.
LA DOCTRINA DE LA KENOSIS EN VARIAS FORMAS

A mediados del Siglo XIX una nueva forma de Cristología apareció en las teorías kenóticas. Encontró especial favor entre los luteranos, pero también entre algunos teólogos Reformados. Representó parte de un intento de atraer a los luteranos y a los sectores Reformados de la iglesia a un estrecho acerramiento. Los abogados de este nuevo concepto quisieron hacer plena justicia a la realidad e integridad de la humanidad de Cristo, y acentuar la magnitud de la negación y el sacrificio de sí mismo.

PRESENTACIÓN DE LA DOCTRINA

El término "kénosis" se usa teológicamente en doble sentido. Originalmente fue usado por los teólogos luteranos para denotar la limitación propia, no del Logos, sino del Dios-hombre, mediante la cual El, para cumplir con su humillación, puso a un lado el uso de sus atributos divinos. No obstante, en la enseñanza de los kenotista s se subrayaba la doctrina de que el Logos en la encarnación quedó despojado de sus atributos transitivos, o de todos ellos; quedó reducido a una mera potencialidad, y luego, en unión con la naturaleza humana, se desarrolló de nuevo en una persona divina humana. Las formas principales en las que se enserió esta doctrina son las siguientes:

1. La teoría de Thomasius, Delitzsch y Crosby. Thomasius distingue entre los atributos absolutos y los atributos esenciales de Dios, por ejemplo, el poder, la santidad, la verdad y el amor absolutos, y sus atributos relativos que no son esenciales a la divinidad, por ejemplo la omnipotencia, la omnipresencia y la omnisciencia; y sostiene que el Logos en tanto que retiene su propia conciencia de ser divino, puso esto a un lado para tomarse una naturaleza verdaderamente humana.

2.
La teoría de Gess y H. W. Beecher. Esta teoría es mucho más completa. La Touche habla de ella como "encarnación por suicidio divino". El Logos se despotencializó de tal manera de todos sus atributos divinos que literalmente cesó en sus funciones cósmicas y en su conciencia eterna durante los arios de su vida terrenal. La conciencia del Logos se hizo absolutamente la de un alma humana, y, consecuentemente, pudo tomar y tomó el lugar del alma humana en Cristo. De esta manera la verdadera humanidad de Cristo quedó defendida hasta los límites de la impecabilidad.

3. La teoría de Ebrard. Ebrard conviene con Gess en hacer que el Logos encarnado ocupe el lugar del alma humana. El Hijo eterno dejó su condición eterna, y en una perfecta y propia limitación aceptó la forma de existencia centrada al modo de la vida humana. Pero con El, ésta reducción de sí mismo no llegó a una completa despotencialización del Logos. Retuvo las propiedades divinas, pero quedaron en posesión del Dios-hombre en la forma oportunamente apropiada al modo humano de la existencia.

4. La teoría de Martensen y Gore. Martensen postuló la existencia de una doble vida en el Logos encarnado desde dos centros de vida, no comunicados entre sí. Permaneciendo en el seno de Dios continuaba funcionando en la vida trinitaria y también en sus relaciones cósmicas con el mundo como Creador y sustentador. Pero al mismo tiempo El, como el Logos despotencializado, unido con una naturaleza humana, nada supo de sus funciones trinitarias y cósmicas, y solamente sabía que él era Dios en un sentido en que ese conocimiento es posible a las facultades humanas.

LA SUPUESTA BASE ESCRITURAL DE ESTA DOCTRINA

LOS kenotistas buscan apoyo bíblico para su doctrina, especialmente en Fil. 2: 6-8; pero también en II Cor. 8: 9 y Juan 17: 5. El término "kénosis" se deriva del verbo principal en Fil. 2: 7, ekénosen. En la American Revised Version esto se traduce "se vació". El Dr. Warfield considera que esto es una traducción errónea. El verbo se encuentra nada más en otros cuatro pasajes del Nuevo Testamento, es decir, Rom. 4: 14; I Cor. 1: 17; 9: 15; II Cor. 9: 3. En todos estos pasajes, se usa figurativamente y significa "vaciar", "de ningún efecto", "de ningún valor", de "ninguna reputación.

Si aquí entendemos de esta manera, la palabra significa sencillamente que Cristo se hizo a sí mismo de valor nulo, de ninguna reputación, no defendió sus prerrogativas divinas, sino que tomó la forma de un criado. Pero aun si tomamos la palabra en su sentido literal, no sostiene la teoría de la kénosis.

La sostendría, si entendiéramos que lo que El puso a un lado fue la morphe theou (forma de Dios), y luego concibiéramos el término morphe estrictamente como el carácter esencial o específico de la divinidad. Con toda probabilidad morphe debe entenderse de este modo, pero el verbo ekénosen no se refiere a morphe theou, sino a einai isa theoi (en dativo), es decir, su existencia sobre base de igualdad con Dios. El hecho de que Cristo tomó la forma de un siervo no envuelve que haya puesto a un lado la forma de Dios. No hubo cambio de la una por la otra. Aunque El preexistía en la forma de Dios, Cristo no contó su carácter de ser igual a Dios como un honor que no pudiera dejar pasar sino que se despojó tomando la forma de siervo. Y bien, ¿Qué significa que haya tomado forma de siervo? Un estado de sujeción en el cual uno está llamado a prestar obediencia. Y lo contrario a esto es un estado de soberanía en el que uno tiene derecho de mandar. El estado de igualdad con Dios no denota un modo de ser, sino un estado que Cristo cambió por otro estado.

OBJECIONES A LA DOCTRINA DE LA KENOSIS

1. La teoría está basada sobre la concepción panteísta de que Dios y el hombre no son absolutamente diferentes sino que el uno puede transformarse en el otro. La idea hegeliana de devenir se aplica a Dios, y se borra la línea absoluta de separación.

2. Es del todo subversiva de la doctrina de la inmutabilidad de Dios, la cual se enseña con toda claridad en la Escritura, Mal. 3: 6; Sant. 1: 17, y que también está implicada en la idea exacta de Dios. Lo absoluto y lo mutable se excluyen mutuamente; y un Dios mutable ciertamente no es el Dios de la Escritura.

3. Significa una destrucción práctica de la Trinidad, y por tanto, desaloja a nuestro verdadero Dios. El Hijo humanizado, despojado por sí mismo de sus atributos divinos, no podría ser ya la subsistencia divina participante de la vida trinitaria.

4. Da por sentada una relación demasiado libre entre el modo divino de existencia, los atributos divinos, y la esencia divina, cuando habla de los primeros como si pudieran separarse perfectamente de la última. Todo esto resulta confuso y envuelve el error central ya condenado en relación con la doctrina católico romana de la transubstanciación.

5. No resuelve el problema que intentaba resolver. Deseaba asegurar la unidad de la persona, y la realidad de la humanidad del Señor. Pero seguramente, la unidad personal no se asegura tomando un Logos humano como co-existente con un alma humana. Tampoco se sostiene la realidad de la humanidad sustituyendo el alma humana por un Logos despotencializado. El Cristo de los kenotistas no es Dios ni hombre. Según las palabras del Dr. Warfield su naturaleza humana queda convertida en "una deidad completamente despedazada".

La teoría kenotista gozó de grande pero breve popularidad en Alemania, sin embargo, ya en realidad dejó de existir allí. Cuando comenzó a desaparecer encontró defensores en Inglaterra que fueron eruditos como D. W. Forrest, P. T. Forsyth, Ch. Gore, R. L. Ottley y H. R. Mackintosh. Actualmente encuentra poquísimo apoyo.

LA TEORÍA DE LA ENCARNACIÓN GRADUAL

Dorner fue uno de los primeros y de los más grandes opositores a la doctrina de la kénosis. Se tomó la tarea de sugerir otra teoría que en tanto que escapa de los errores del kenotismo haría plena justicia a la humanidad de Cristo. Se propuso resolver el problema por medio de la teoría de una encarnación gradual o progresiva. Según Él, la encarnación no fue un acto consumado en el momento de la concepción de Jesús, sino un proceso gradual por medio del cual el Logos se unió en una medida cada vez más grande con el único y representativo hombre (prácticamente una nueva creación), Cristo Jesús, hasta que la plena unión quedó finalmente consumada en el momento de la resurrección. La unión produjo un Dios-hombre con una conciencia singular y una sola voluntad. En este Dios-hombre el Logos no suplió la personalidad, pero le dio su cualidad divina. Esta teoría no encuentra sostén en la Escritura, la que siempre representa la encarnación como un hecho instantáneo, más bien que como un proceso. Condujo lógicamente al nestorianismo o a la doctrina de las dos personas en el Mediador. Y puesto que encuentra el asiento verdadero de la personalidad en el hombre Jesús, es abiertamente subversiva de la preexistencia efectiva de nuestro Señor. Rothe y Bovon son dos de los más importantes defensores de esta doctrina.

La diferencia crítica entre las teorías antiguas y las realmente modernas respecto a la persona de Cristo, descansa en el hecho de que estas últimas, según se deduce también de la teoría de Dorner, distinguen la persona del Logos concebida como un modo especial de la vida personal de Dios, de la personalidad de Cristo como una persona concretamente humana, divina únicamente en cualidad. Según los conceptos modernos no es el Logos sino el hombre Jesús el que constituye el yo en Cristo. La personalidad de Jesús es humana en su tipo de conocimiento, y también en su crecimiento moral; pero al mismo tiempo es receptiva únicamente de lo divino, y de esta manera es el clímax de una encarnación de la cual la humanidad misma es la expresión cósmica general.
Esto es verdad también refiriéndonos a la teoría sugerida por Sanday en su obra Christologies Ancient and M odern, teoría que procura dar una explicación psicológica de la persona de Jesús para hacer justicia tanto al Jesús humano como al divino. Acentúa el hecho de que la conciencia subconsciente es el asiento propio de toda habitación divina, o de la acción divina sobre el alma humana; y sostiene que la misma o un yo correspondiente, subconsciente, es también el asiento adecuado o lugar de la deidad del Cristo encarnado. La conciencia ordinaria de Jesús fue conocimiento humano, pero aparecieron en él ocasionalmente destellos de conocimiento divino procedentes de su yo subconsciente. Esta teoría ha sido criticada severamente. Atribuye a la vida subconsciente del hombre una importancia que no tiene; supone equivocadamente que la deidad puede ser localizada en un lugar particular de la persona de Cristo, y sugiere un cuadro de este que lo presenta como conocedor de su deidad sólo en una forma intermitente, lo que no está en armonía con los datos de la Escritura. Una vez más revela la locura de tratar de dar una explicación psicológica de la persona de Cristo. Además de Sandy algunos de los representantes más influyentes de la Cristología moderna son Kunze, Schaeder, Kaehler, Moberly, y Du Bose.

con esta entrada terminanos esta interesante serie...
bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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