Respecto a la Persona de Cristo parte 2

Por: Luis Berkhof
Teologia Sistematica.

LOS EFECTOS DE LA UNIÓN DE LAS DOS NATURALEZAS EN UNA PERSONA

NO HAY NINGÚN CAMBIO ESENCIAL EN LA NATURALEZA DIVINA

La doctrina de la creación y la doctrina de la encarnación constituyen siempre un problema en relación con la inmutabilidad de Dios. Esto ya lo señalamos al discutir aquel atributo. Cualquiera que sea la manera de resolver este problema, debe sostenerse que en la encarnación la naturaleza divina no se sujeta a ningún cambio esencial. Esto significa que permanece impasible, es decir, incapaz de sufrir y morir, libre de la ignorancia y fuera del alcance de la debilidad y de la tentación. Es bueno acentuar el hecho de que la encarnación fue un acto personal. Es mejor decir que la persona del Hijo de Dios se encarnó, que decir que la naturaleza divina se apropió la carne humana. Si los teólogos Reformados hablan a veces de la naturaleza divina como encarnada, lo hacen con el sentido de "no inmediatamente sino mediatamente", para usar el lenguaje de la teología escolástica; consideran esta naturaleza no absolutamente, y en sí misma, sino en la persona del Hijo de Dios. El resultado de la encarnación fue que el Salvador divino pudiera ser ignorante y débil, tentado, y sufrir y morir, no en su naturaleza divina, sino derivativamente, por estar en posesión de una naturaleza humana.


DE LA ENCARNACIÓN RESULTO UNA TRIPLE COMUNICACIÓN

1. A communicatio idiomatum, o una comunicación de propiedades. Esto quiere decir que las propiedades de las dos naturalezas, la humana y la divina, son de la persona y por tanto se atribuyen a la persona. La persona puede considerarse todopoderosa, omnisciente, omnipresente, etc., pero también puede llamarse, un hombre de dolores, de limitado conocimiento y poder, y sujeto a las necesidades y a las miserias humanas. Debemos tener cuidado de no entender el término como que indica que alguna cosa peculiar a la naturaleza divina fue comunicada a la naturaleza humana, o viceversa; o de que hay una interpenetración de las dos naturalezas como resultado de lo cual la divinase humaniza, y la humana se deifica (Roma). La deidad no puede participar de la debilidad humana; ni el hombre puede participar de ninguna de las perfecciones esenciales de la divinidad.

2. A communicatio apotelesmatum, o, operationum. Esto significa que la obra redentora de Cristo, y particularmente el resultado final de ella, la apotelesma tien e un carácter divino humano. Analizando esto podemos decir que significa:

a. Que la causa eficiente de la obra redentora de Cristo es ese sujeto personal uno e indivisible en Cristo

b. Que ésta se produce mediante la cooperación de las dos naturalezas
c. Que cada una de estas naturalezas obra con su propia y especial enérgeia
d. Que a pesar de todo esto el resultado forma una unidad indivisible porque es
la obra de una sola persona.

3. A communicatio charismatum, o, gratiarum. Esto significa que la naturaleza humana de Cristo desde el primer momento de su existencia estuvo adornada con toda clase de dones ricos y gloriosos, por ejemplo

a. La gratia unionis cum persona tou logou, es decir, la gracia y la gloria de estar unida al divino Logos, llamada también la gratia eminentiae, por lo cual la naturaleza humana se eleva por arriba de todas las criaturas, y hasta se convierte en objeto de la adoración

b.
La gratia habitualis, que consiste de aquellos dones del Espíritu particularmente los del intelecto, de la voluntad y el poder, mediante los cuales la naturaleza humana de Cristo fue exaltada muy por arriba de todas las criaturas inteligentes. Su impecabilidad, el non posse pecare, debiera mencionarse aquí de manera especial.


EL DIOS-HOMBRE ES EL OBJETO DE LA ORACIÓN

Otro efecto de la unión es que el Mediador, tal como existe hoy, es decir, en dos naturalezas, es el objeto de nuestra oración. Debe tenerse presente que el honor adorationis no pertenece a la naturaleza humana como tal, sino que le pertenece únicamente en virtud de su unión con el Logos divino, quien en su verdadera naturaleza es adorabilis. Debemos distinguir entre el objeto y la base de esta adoración. El objeto de nuestra adoración religiosa es el Dios-hombre, Jesucristo, pero la base sobre la que lo adoramos está en la persona del Logos


LA UNIPERSONALIDAD DE CRISTO ES UN MISTERIO

La unión de las dos naturalezas en una persona es un misterio que no podemos comprender, y el cual, por esa razón precisa, a menudo es negado. A veces se le ha comparado con la unión del cuerpo y el alma en el hombre; y hay algunos puntos de similaridad. En el hombre hay dos sustancias, materia y espíritu, unidas en la forma más estrecha y, no obstante, sin mezclarse; así también en el Mediador. En el hombre el principio de la unidad, la persona, no tiene su asiento en el cuerpo sino en el alma; en el Mediador no está ese asiento en la naturaleza humana sino en la divina. Como la influencia del alma sobre el cuerpo y la del cuerpo sobre el alma es un misterio, así también es la conexión de las dos naturalezas en Cristo y su influencia mutuamente recíproca.

Todo lo que acontece en el cuerpo y en el alma se atribuye a la persona; y de ese modo todo lo que tiene lugar en las dos naturalezas de Cristo resulta predicado de la persona. A veces a un hombre se le llama de acuerdo con su elemento espiritual cuando algo se hace predicado de él, y se aplica más particularmente al cuerpo, y viceversa. De manera semejante las cosas que se aplican solamente a la naturaleza humana de Cristo también se atribuyen a Él cuando se nombra según su naturaleza divina, y viceversa. Así como es un honor para el cuerpo estar unido con el alma, así también es un honor para la naturaleza humana de Cristo estar unida con la persona del Logos. Por supuesto, que la comparación es defectuosa. No ilustra la unión de lo divino y lo humano, de lo infinito y lo finito. Ni siquiera ilustra la unidad de dos naturalezas espirituales en una sola persona. En el caso del hombre el cuerpo es material y el alma es espiritual. Es una unión maravillosa, pero no tan maravillosa como la unión de las dos naturalezas en Cristo.

LA DOCTRINA LUTERANA DE LA COMUNICACIÓN DE ATRIBUTOS

DEFINICIÓN DE LA POSICIÓN LUTERANA


Los luteranos difieren de los Reformados en su doctrina de la communicatio idiomatum. Enseñan que los atributos de una naturaleza se atribuyen a la otra sobre la base de su transferencia actual, y sienten que únicamente mediante tal transferencia puede asegurarse la unidad verdadera de la persona. Esta posición no envuelve una negación del hecho de que los atributos de ambas naturalezas puedan atribuirse a la persona, sino que añade algo a ella en interés, según ellos lo ven, de la unidad de la persona. No siempre presentan su doctrina en la misma forma.

Lutero y algunos de los primitivos luteranos hablaron ocasionalmente de una comunicación en ambas direcciones desde la naturaleza divina hacia la humana y también desde la humana hacia la divina. No obstante, en el desarrollo subsecuente de la doctrina, la comunicación de la naturaleza humana a la divina pronto se perdió de vista y solamente se acentuó la de la divina a la humana. De allí siguió una limitación todavía más grande. Los escolásticos luteranos distinguieron entre los atributos operativos de Dios (omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia), y sus atributos pasivos (infinidad, eternidad, etc.), y enseñaron que únicamente los primeros fueron transferidos a la naturaleza humana. Todos estuvieron de acuerdo en que la comunicación tuvo lugar al tiempo de la encarnación. Pero surg ió, naturalmente, la pregunta de cómo puede acomodarse esto con el cuadro de Cristo en los evangelios, que no es el retrato de un hombre omnisciente y omnipresente.


Esto dio lugar a diferencias de opinión. Según algunos, Cristo necesariamente utilizó estos atributos durante su humillación; pero lo hizo en secreto; en tanto que según los otros el ejercicio de ellos estuvo sujeto a la voluntad de la persona divina, quien voluntariamente los dejó inoperantes en el transcurso de su humillación. La oposición a esta doctrina se ha repetido de modo palpable en la Iglesia luterana. Se ha señalado que es inconsistente con la idea de un desarrollo de veras humano en la vida de Cristo, tan claramente enseñado por Lutero mismo. La insistencia del gran Reformador en la comunicación de atributos encuentra su explicación en parte en sus tendencias místicas, y en parte en sus enseñanzas respecto a la presencia física de Cristo en la Cena del Señor.

OBJECIONES A ESTA DOCTRINA LUTERANA

Hay varias objeciones a la doctrina luterana de la communicatio idiomatum.

1. No tiene fundamento Escritural. Si quiere inferirse de una declaración como la de Juan 3: 13, entonces debe, consistentemente, inferirse de I Cor. 2: 8 que la capacidad para sufrir fue comunicada a la naturaleza divina. No obstante, los luteranos retroceden ante semejante conclusión.

2. Implica una fusión de las naturalezas divina y humana en Cristo. Los luteranos hablan como si los atributos pudieran abstraerse de la naturaleza, y pudieran comunicarse, aunque las naturalezas permanecieran separadas; pero la sustancia y los atributos no pueden separarse. Mediante una comunicación de atributos divinos a la naturaleza humana, esa naturaleza como tal deja de existir. La omnipresencia y la omnisciencia no son compatibles con la humanidad. Semejante comunicación resulta una mixtura de lo divino y lo humano, que la Biblia conserva separados estrictamente.

3. En la forma en que actualmente los luteranos, por lo general, aceptan la doctrina, ésta sufre de inconsistencia. Si los atributos divinos se comunican a la naturaleza humana, ésta también debe comunicarse a la divina. Y si algunos atributos se comunican, todos deben comunicarse. Pero los luteranos evidentemente no se atreven a ir hasta este extremo, y por lo tanto se detienen a medio camino.
4.
Es inconsistente con el cuadro del Cristo encarnado durante el tiempo de su humillación, tal como lo encontramos en los Evangelios. Este no es el cuadro de un hombre omnipresente y omnisciente. La explicación luterana de esta inconsistencia no ha servido para recomendar a los mismos luteranos al pensamiento de la Iglesia en general y ni siquiera al de algunos de los seguidores de Lutero.

5. Esta doctrina en realidad destruye la encarnación. Los luteranos distinguen entre la incarnatio y la exinanitio. El Logos es el sujeto únicamente del primero. Hace que la naturaleza humana sea receptiva para que habite la plenitud de la divinidad, y le comunique algunos de sus atributos divinos. Pero al hacer esto, virtualmente abroga la naturaleza humana asimilándola a la divina. De este modo queda sólo la divina.

6. Prácticamente también tuerce la distinción entre el estado de humillación y el de exaltación. Brenz hasta dice que estos no fueron estados sucesivos, sino que coexistieron en la vida terrenal del Cristo. Para escapar de la dificultad, los luteranos introdujeron la doctrina de la exinanitio, de la que resulta que no el Logos sino el Dios-hombre, Cristo es el sujeto, es decir, que Cristo se anonadó casi por completo, o que puso a un lado los atributos divinos. Algunos hablan de que los usó constantemente, pero en secreto, y otros dicen que los usó de manera intermitente.

bY LeMDS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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