¿POR QUIEN MURIO CRISTO? II

Los Canones de Dort (1619)


Antiguamente Titulado

La Decisión del Sínodo de Dort sobre los Cinco Principales Puntos de Doctrina en Disputa en los Países Bajos

La Decisión del Sínodo de Dort en los Cinco Principales Puntos de Doctrina en Disputa en los Países Bajos es popularmente conocido como Los Canones de Dort. Consiste en declaraciones de doctrina adoptada por el gran Sínodo de Dort el cual se reunió en la ciudad de Dordrecht en 1618-1619. Aunque este fue un sínodo nacional de las Iglesias reformadas de los Países Bajos, tenía un carácter internacional, ya que estaba compuesto no solamente de delegados Holandeses sino además de veintiséis delegados de otros ocho países.


El Sínodo de Dort fue convocado con el fin de solucionar una seria controversia en las iglesias Holandesas iniciadas por el surgimiento del Arminianismo. Jacobo Arminio, un teólogo profesor en la Universidad Leiden, cuestionó la enseñanza de calvino y sus seguidores en un número de puntos importantes. Después de la muerte de Arminio, sus seguidores presentaron sus posiciones en cinco de estos puntos en la "Protesta de 1610". En este documento ó en escritos tardíos más explícitos, los Arminianos enseñaron que la elección estaba basada en fe prevista, que la expiación fue universal, que la depravación es parcial, que la gracia es resistible, y la posibilidad de una caída de la gracia. En los Canones el Sínodo de Dort rechazó estas posiciones y proclamó la doctrina Reformada en estos puntos, nombramos, la elección incondicional, la expiación limitada, la depravación total, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos.

Los Canones tienen un carácter especial porque su propósito original como decisión judicial en los puntos doctrinales en disputa durante la controversia Arminiana. El prefacio original les llamaba un "juicio, en el cual ambas, la verdadera posición, de acuerdo con la Palabra de Dios, referente los ya mencionados cinco puntos de doctrinas es explicada y la posición falsa, en desacuerdo con la Palabra de Dios, es rechazada". Los Canones además tienen un carácter limitado en que estos no cubren la totalidad de la doctrina, sino que enfoca en los cinco puntos de doctrina en disputa.
Cada uno de los puntos principales consiste en una parte positiva y una parte negativa, la primera siendo la exposición de la doctrina reformada sobre el tema y la segunda una repudiación (reprobación ó rechazo) de los errores correspondientes. A unque en forma estos son realmente cuatro puntos, hablamos propiamente de cinco puntos, porque los Canones fueron estructurados para corresponder a los cinco artículos de la protesta de 1610. Los puntos principales tres y cuatro fueron combinados en uno, siempre siendo designados como puntos principales III/IV.

CAPITULO SEGUNDO:

DE LA DOCTRINA DE LA MUERTE DE CRISTO Y DE LA REDENCION DE LOS HOMBRES POR ESTE

I. Dios es no sólo misericordioso en grado sumo, sino también justo en grado sumo. Y su justicia (como Él se ha revelado en Su Palabra) exige que nuestros pecados, cometidos contra Su majestad infinita, no sólo sean castigados con castigos temporales, sino también castigos eternos, tanto en el alma como en el cuerpo; castigos que nosotros no podemos eludir, ano ser que se satisfaga plenamente la justicia de Dios.

II. Mas, puesto que nosotros mismos no podemos satisfacer y librarnos de la ira de Dios, por esta razón, movido Él de misericordia infinita, nos ha dado a Su Hijo unigénito por mediador, el cual, a fin de satisfacer por nosotros, fue hecho pecado y maldición en la cruz por nosotros o en lugar nuestro.

III. Esta muerte del Hijo de Dios es la ofrenda y la satisfacción única y perfecta por los pecados, y de una virtud y dignidad infinitas, y sobradamente suficientes como expiación de los pecados del mundo entero.

IV. Y por eso es esta muerte de tan gran virtud y dignidad, porque la persona que la padeció no sólo es un hombre verdadero y perfectamente santo, sino también el Hijo de Dios, de una misma, eterna e infinita esencia con el Padre y el Espíritu Santo, tal como nuestro Salvador tenía que ser. Además de esto, porque su muerte fue acompañada con el sentimiento interno de la ira de Dios y de la maldición que habíamos merecido por nuestros pecados.

V. Existe además la promesa del Evangelio de que todo aquel que crea en el Cristo crucificado no sé pierda, sino que tenga vida eterna; promesa que, sin distinción, debe ser anunciada y proclamada con mandato de conversión y de fe a todos los pueblos y personas a los que Dios, según Su beneplácito, envía Su Evangelio.

VI. Sin embargo, el hecho deque muchos, siendo llamados por el Evangelio, no se conviertan ni crean en Cristo, mas perezcan en incredulidad, no ocurre por defecto o insuficiencia de la ofrenda de Cristo en la cruz, sino por propia culpa de ellos.

VII. Más todos cuantos verdaderamente creen, y por la muerte de Cristo son redimidos y salvados de los pecados y de la perdición, gozan de aquellos beneficios sólo por la gracia de Dios que les es dada eternamente en Cristo, y de la que a nadie es deudor.

VIII. Porque este fue el consejo absolutamente libre, la voluntad misericordiosa y el propósito de Dios Padre: que la virtud vivificadora y salvadora de la preciosa muerte de Su Hijo se extendiese a todos los predestinados para, únicamente a ellos, dotarlos de la fe justificante, y por esto mismo llevarlos infaliblemente a la salvación; es decir: Dios quiso que Cristo, por la sangre de Su cruz (con la que Él corroboró el Nuevo Pacto), salvase eficazmente, de entre todos los pueblos, tribus, linajes y lenguas, a todos aquellos, y únicamente a aquellos, que desde la eternidad fueron escogidos para salvación, y que le fueron dados por el Padre; los dotase de la fe, como asimismo de los otros dones salvadores del Espíritu Santo, que Él les adquirió por Su muerte; los limpiase por medio de Su sangre de todos sus pecados, tanto los originales o connaturales como los reales ya de antes, ya después de la fe; los guardase fielmente hasta el fin y, por último, los presentase gloriosos ante sí sin mancha ni arruga.

IX. Este consejo, proveniente del eterno amor de Dios hacia los predestinados, se cumplió eficazmente desde el principio del mundo hasta este tiempo presente (oponiéndose en vano a ello las puertas del infierno), y se cumplirá también en el futuro, de manera que los predestinados, a su debido tiempo serán congregados en uno, y que siempre existirá una Iglesia de los creyentes, fundada en la sangre de Cristo, la cual le amará inquebrantablemente a Él, su Salvador, quien, esposo por su esposa, dio Su vida por ella en la cruz, y le servirá constantemente, y le glorificará a hora y por toda la eternidad.

REPROBACION DE LOS ERRORES

Habiendo declarado la doctrina ortodoxa, el Sínodo rechaza los errores de aquellos:

I. Que enseñan: que Dios Padre ordenó a Su Hijo a la muerte de cruz sin consejo cierto y determinado de salvar cierta mente a alguien; de manera que la necesidad, utilidad y dignidad de la impetración de la muerte de Cristo bien pudieran haber existido y permanecido perfectas en todas sus partes, y cumplidas en su totalidad, aun en el caso de que la redención lograda jamás hubiese sido adjudicada a hombre alguno.

Pues esta doctrina sirve de menosprecio de la sabiduría del Padre y de los méritos de Jesucristo, y está en contra de la Escritura. Pues nuestro Salvador dice así:... pongo mi vida por las ovejas... y yo las conozco (Jn .10:15-27); y el profeta Isaías dice del Salvador: Cuando haya puestos vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada (Is.53:10); y por último, está en pugna con el artículo de la fe por el que creemos: una Iglesia cristiana católica.

bY LeMS


Ver parte 3

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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