La Predestinacion IV

Comentario de la Confesion de Fe de Westminster
Por: Archibald A. Hodge
Capitulo III

Secciones: III, IV, V y VI


III. Por el decreto de Dios y para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles (1 Tim. 5: 21: Mat. 25: 41) son predestinados a vida eterna, y otros preordenados a muerte eterna. (Rom. 9: 22-23; Efe. 1: 5-6. Prov. 16: 4.)
IV. Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados, están designados particular e inalterablemente, y su número es tan cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir, (II Tim. 2: 19; Juan 13: 18.)
V. A aquellos que Dios ha predestinado para vida desde antes que fuesen puestos los fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria eterna; (Efe. 1: 4, 9, 11. Rom. 8: 30. II Tim. 1: 9. I Tes. 5: 9.) mas esto por su libre gracia y puro amor, sin la previsión de la fe o buenas obras, de la perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura como condición o causa que le mueva a ello; (Rom. 6: 11, 13, 16 Efe. 1: 4-9) y lo ha hecho todo para alabanza de su gracia gloriosa. (Efe. 1: 6-12.)
Habiendo afirmado las secciones anteriores que el decreto incondicional, inmutable, soberano y eterno de Dios, determina todos los eventos que suceden, de cualquier clase que sean, las secciones que tenemos delante proceden a enseñar por vía de especificación las proposiciones siguientes:
Que el decreto de Dios determina que de la masa caída de la humanidad, ciertos individuos alcanzarán la salvación, y el resto será justamente condenado a causa de sus pecados.
Que esta determinación es inmutable.
Que la causa de dicha determinación no es la previsión de la fe, de las buenas obras o de la perseverancia; sino que en cada caso se funda en la gracia soberana y el amor personal según el consejo secreto de su propia voluntad.
Que el último fin o causa de esta elección es el de manifestar su propia gloria y la alabanza de su gracia gloriosa.
1ª.- El decreto de Dios determina que de la masa caída de la humanidad, ciertos individuos alcanzarán la salvación y el resto será justamente condenado a causa de sus pecados.

Los Socianianos dicen que las acciones libres de los hombres, siendo por su misma naturaleza inciertas, no pueden preverse como verdaderas en lo futuro. Si Dios no prevee quiénes tendrán fe y arrepentimiento, su elección no alcanza más que su propósito general de salvar a los creyentes como a una clase.

Los Arminianos dicen que Dios previó desde la eternidad quienes tendrían fe y arrepentimiento, y por tal razón los elige individualmente para la vida eterna, a condición de su fe y arrepentimiento previstos como ciertos.


Los Calvinistas sostienen que Dios ha elegido un cierto número de individuos para la vida eterna, eligiendo también todos los medios y condiciones para ello, y sólo sobre la base de su beneplácito soberano. Los escoge para que tengan fe y arrepentimiento, y no porque ya tengan tales cosas. Considerando los hechos siguientes, podemos decir que es cierto que Dios ha escogido individuos para la vida eterna.—[1] —

Se habla en la Escritura de los sujetos de la elección como de individuos. "Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna." Act. 13:48; 2 Tes. 3:13; Efes. 1:4.—[2]—Se dice que el nombre de los elegidos está "escrito en los cielos" y están en el "libro de la vida." Fil. 4:3, Heb. 12:23.—[3]—Las bendiciones para las cuales los hombres son elegidos, pertenecen a individuos y no a comunidades, y a éstos se les representa como elegidos para poseer tales cualidades y no porque las posean o pertenezcan a alguna clase especial. Son elegidos "para la salvación," "para la adopción de hijos," "para ser santos y sin mancha delante de él en amor."
2a Esta elección es inmutable. Esto es evidente por sí mismo.
3a Esta elección no se funda en la fe o arrepentimiento previstos, sino en la gracia soberana y en el amor personal, según el consejo secreto de su voluntad.
[l]—Se declara expresamente que no se funda en las obras; la fe y el arrepentimiento previstos son obras. Rom. 11:4-7; II Tim. 1:9.
[2]—Se dice claramente que la fe y el arrepentimiento son fruto» de la elección, así es que no pueden ser las condiciones de ella. Se declara que son dones de Dios, y por consiguiente no pueden ser condiciones en las que se funde el propósito de aquél. Efe. 2:10, 1:4; 1 Ped. 1:2; Efe. 2:8; Act. 5:31; 1 Cor. 4:7. "Todo lo que el Padre me da vendrá a mí. . . y esta es la voluntad del que me envió, es a saber, del Padre; que todo lo que me diere no pierda de ello." Juan 6: 37-39. "Vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas." Juan 10: 26. "Creyeron todos cuantos estaban ordenados para vida eterna." Act. 13:48.
[3]—Las Escrituras representan a los hombres como "muertos en pecado y transgresiones;" a la fe y al arrepentimiento como acciones de las almas regeneradas, y a la regeneración como la obra de Dios— un "nuevo nacimiento," una "nueva creación," "vida de los muertos" La fe y el arrepentimiento son el resultado y no la condición del propósito de Dios.
[4]—Las Escrituras terminantemente dicen que la elección se basa en "el beneplácito" de la voluntad de Dios. "Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según elpuro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia. .. En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad." Efe. 1:5, 11; Mat. 11:25,26; Juan 15:15-19.
[5]—Dios se da a sí mismo el derecho de soberanía y de la elección incondicional como una de sus prerrogativas. "¿No tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" Rom. 9:21. Si de la misma masa, claro está que la diferencia no es por la clase de arcilla. "Por tanto no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia." Rom. 9:16.
El último fin o causa de la elección es la alabanza de la gracia gloriosa de Dios.
Esto se asegura terminantemente en Efe. 1:15. En el Capítulo que trata de la Creación se verá que el fin que Dios se propuso en todas sus obras, como un todo, es la manifestación de su propia gloria. Si es la razón final del todo, debe serlo también la del destino especial de cada una de sus partes.

SECCIÓN VI

VI Así como Dios ha designado a los elegidos para la gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha preordenado también los medios para ello. Efe. 1: 4; 2: 10. II Tes. 2: 13. Por tanto, los que son elegidos, habiendo caído en Adam, son redimidos por Cristo, I Tes. 5: 9, 10. Tit. 2: 14, y en debido tiempo eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados, adoptados, santificados, Rom. 8: 30. Efe. 1: 5. II Tes. 2: 13, y guardados por su poder, por medio de la fe, para salvación. I Ped. 1: 5. Nadie más será redimido por Cristo, eficazmente llamado, justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos. Juan 17: 9. Rom 8: 28. Juan 6: 64, 65. 8: 47 y 10: 26.

Esta sección afirma:

Que aun cuando el decreto de Dios tiene un intento eterno y comprensivo, los varios elementos que lo componen necesariamente sostienen la relación de los medios con los fines. Al determinar los fines intenta cumplirlos, y el mismo Dios determina los medios para llevarlos a cabo. El propósito de Dios con respecto al fin, necesariamente, por un orden lógico, tiene precedencia y determina y da dirección a su propósito en lo que toca a los medios.
Que en materia de la salvación de los hombres, el fin que Dios se propuso fue la salvación de ciertos individuos a quienes se llama "elegidos," y que los medios señalados para alcanzar este fin son la redención por Cristo, el llamamiento eficaz, la justificación, adopción, santificación y la perseverancia en la gracia hasta la muerte.
Que como los medios tienen por objeto efectuar el fin, no se ejercerán en el caso de los que no hayan sido adoptados para aquel objeto. Nadie será electo que también no sea redimido por Cristo, llamado, justificado, adoptado y santificado.
1* Que el propósito de Dios sostiene la relación de los medios con los fines, es evidente—[l]Del hecho de que sus propósitos son el producto de su inteligencia infinita, el oficio de la cual es coordinar un gran sistema de medios para el cumplimiento de un gran designio.
— (2)—Dios cumple sus propósitos en las obras de creación y providencia, y en la economía de ambos, él usa habitualmente sistemas de medios que conducen a predeterminados fines.— (3)—Todos los eventos decretados, en efecto, se verificarán bajo la relación de medios subordinados a los fines. Estos medios, entonces, han sido abarcados en el mismo orden por el decreto divino.— (4)—Dios nos dice explícitamente que él determina una cosa para cumplir otra. Él predestina a los hombres para la salud, por medio de la santificación del Espíritu y fe de la verdad, para alabanza de su gracia gloriosa. 2 Tes. 2:13; Efe. 1:6.
Que al dar Dios a Cristo para que hiciese expiación por el pecado, y al Espíritu Santo para regenerar y santificar, la intención divina fue concederlos como medios para cumplir su propósito de asegurar la salvación de los elegidos. Esto ha sido negado por algunos teólogos, pero afirmado explícitamente, tanto de un modo positivo como negativo en esta parte de la Confesión. En el tiempo en que se escribió ésta, la frase "redimir" se usaba en el mismo sentido que hoy se usa la de "hacer expiación por." La Confesión afirma primero positivamente, que Cristo estaba señalado desde la eternidad para hacer la expiación y como un medio para ejecutar el propósito divino de salvar a los elegidos; y en segundo lugar, negativamente, que él no ha hecho expiación por otros.
La clase de teólogos que no admiten lo que dice la Confesión sobre este punto, miran el propósito de Dios de salvar a los hombres y dar a Cristo para que fuese un Salvador, como efectuado del modo siguiente: Dios por su piedad infinita y por su benevolencia universal, determinó dar a su Hijo a la muerte para redimir de la maldición de la ley a toda la humanidad arruinada por la caída; pero previendo que dejados a sí mismos todos los hombres, ciertamente habían de rechazar a Cristo, y esto sería causa de su perdición, Dios, para aplicar y llevar adelante su plan de salvarlos, y movido por un amor especial a ciertas personas, las eligió de entre la masa de la humanidad para que recibiesen el llamamiento eficaz y especial del Espíritu Santo, v para que de este modo fuesen salvos. La doctrina enseñada en la Confesión y adoptada por el gran cuerpo de las Iglesias Reformadas, es que Dios, movido por un amor especial y personal, eligió a cierto número de hombres de entre toda la raza caída para darles salvación; y con este propósito determinó enviar a Cristo para que muriese por ellos, y al Espíritu Santo para que los renovase y los santificara. Que el punto de vista de la Confesión es el verdadero, se prueba.
— (1)—Por el modo de plantear el caso. Al dar Dios a Cristo para que muriese por los elegidos, es un medio muy adecuado para cumplir el decreto de salvación. Por otra parte, un decreto que concediera las influencias eficaces del Espíritu Santo sólo a los elegidos, es sin duda alguna un medio enteramente inadecuado para cumplir un propósito de redimir a todos los hombres por el sacrificio de Cristo. Un propósito de salvar a todos y un propósito de salvar sólo a unos es imposible que existan al mismo tiempo en la mente divina.
(2)—Todos los propósitos de Dios, inmutables, consecuentes y eficaces con certeza, deben corresponder perfectamente con los eventos como estos se verifican en el tiempo. Él predestinó para la salvación sólo a los que habían de ser salvos de hecho, y por esta razón quiso que Cristo redimiese sólo a los que debían salvarse. El propósito de Dios al dar a Cristo, no puede en manera alguna frustrarse.
(3)—Cristo dijo claramente: "Yo doy mi vida por mis ovejas."Juan 10:15.
Nadie, sino los electos serán redimidospor Cristo, llamados, justificados, adoptados y santificados. Esto sólo es la forma negativa de la misma verdad y hace más explícita y enfática la afirmación positiva. La doctrina que trata del objeto de Dios en el sacrificio de Cristo la veremos en el Capítulo VIII. sección VIII de la Confesión, y entonces será discutida y sentada más propiamente en aquel lugar.

Mañana Continuaré, con la SECCIÓN VII Respecto a los demás hombres del género humano.........................


By LeMS

Ver parte 5

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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